Editorial: La campaña “Manacor se traspasa” es muy acertada para llegar a la negra alma de los políticos. En todas las capitales del país de Pepe Gotera y Otilio y los Reinos de Taifas, es el cartel más permanente y esclarecedor. Desde el pasado 14 de marzo y el inicio de la pandemia, unos políticos sin preparación alguna, decidieron cerrar la hostelería, los comercios, los negocios de la pequeña y mediana empresa y condenarlos al cierre, quiebra, porque no asignaron ayudas suficientes para evitar la ruina de los autónomos.

Inexplicable que te manden a casa sin posibilidad de facturación alguna y tengas que pagar, todos los impuestos, algunos nuevos, la mayoría más altos, alquiler, luz, agua, IAE, basura, IBI, todos los gastos de una vivienda. Imposible. Nadie se quedará atrás decía el jefe de los califas, seguro. Todos estarán enterrados y como no los cuentan, quién sabrá de esta parte negra de la historia. Ninguno. Las imágenes y los escritos están borrados. Al 2020 y 2021 le han capado hojas completas del calendario.

Los científicos hablan de ponerse tranquilos porque la vacuna en el mejor de los casos estará lista en la primavera de 2021 y necesitará varios meses para comenzar su aplicación. Los más optimistas aseguran que 2021 será un año parecido a este y si hacemos el tonto y no aprendemos la lección y los protocolos, habrá nuevos rebrotes. Recomiendan los expertos que nos olvidemos unos meses de nuestra vida anterior, de las navidades como las hemos conocido siempre, de reyes, encuentros y otras grandezas de la vida familiar. La curva interminable solo se detienen si al tirano del virus lo pones en una sombra inamovible.

Los médicos se han enfadado, tuercen el ceño con mala cara, desafiantes han roto la baraja. Están hartos de ver como los sanitarios caen como moscas y aquí nadie pone medios para evitarlo. Quieren que Fernando Simón desaparezca de la escena chusca y chistosa. Son cosas serias para personas con sentido común y conocimientos demostrados. Exigen tomar la batuta porque los políticos deben hacerse a un lado. Se terminaron los cuentos. Esto puede durar muchos meses y poner a nuestros pies 300 muertos cada día es un genocidio. Ya han fallecido muchos más que en la segunda Guerra Mundial y lo que falta para izar la bandera blanca.

Desesperación por todos los rincones, comerciantes en Manacor que después de hacer recuentos en sus cajas llenas de telarañas se ven obligados a lanzar un SOS con sus coches recorriendo plazas y calles por la ciudad con la única estrofa de la música del claxon. Campañas y reuniones interminables con la Corporación pidiendo medidas y ayudas. Los ayuntamientos tienen un límite y aquellos que han sido ahorradores como en Manacor, les prohíben gastarse nuestro dinero en épocas de extrema necesidad, como ahora. Quien lo entiende, quienes marcan el camino, el Gobierno Central están en la inopia. Muchas lágrimas y padecimientos nos quedan, por eso se pide tranquilidad y solidaridad.

Cuando salgamos de esta, que lo haremos, que nadie lo dude, no hay que perder la memoria con la alegría, la libertad, la paz. Tomen nota ustedes de lo que pasa, del recorrido que hemos soportado, los que se han quedado en el camino, todos aquellos que nunca más podrán trabajar por las secuelas. Los efectos colaterales de no tener una sanidad universal porque el COVID-19 lo invadió todo. Conozco una persona de aquí al lado vecino nuestro, que no ha muerto del Coronavirus, ha fallecido porque el cáncer no se trata por teléfono y cuando fue una realidad ineludible ya era tarde. Un chico de Porto Cristo para más señas. Su familia desgarrada, aturdida, sin vida. Por eso no les perdono. Rafael Gabaldón San Miguel.