Editorial: La utopía, ese plan o sistema ideal de gobierno en el que se concibe una sociedad perfecta y justa, donde todo discurre sin conflictos y en armonía parece imposible en el Manacor que hoy conocemos. Hay muchos intereses encontrados y nada coincidentes incluso entre los semejantes, imagínate si metemos a los contrarios.

Ahora mismo hay una guerra intestinal soterrada entre el PSOE de Manacor y MÉS-Esquerra, que seguirá buscando el equilibrio porque unos sin otros no son nada, sumar 11 es un objetivo supremo y a costa de esa cifra se soportan comportamientos muy alejados de personas completamente diferentes. En ocasiones todo salta por los aires como ocurrió en Felanitx y como ha ocurrido en nuestra capital de comarca en años no muy lejanos.

Siguen bajando a vacunarse a Inca y Palma residentes de Manacor y el Llevant y así seguirá siendo hasta el lunes día 12 de abril, momento que entrará en funcionamiento el Hipódromo de Manacor. Levantan la camisa una y otra vez al alcalde Miquel Oliver sus afines políticos. Paga a plazos su Reino de Taifas de Manacor, aquí manda él, con sus banderas e ideología pronunciada, por eso cuando pueden sobresalen desde otras esquinas de la historia para decirle que otra izquierda es posible.

Lo de las vacunas no tiene nombre, si sabemos que gracias a ellas se termina el virus, no se que hacemos que no vacunamos las 24 horas del día, los 7 días a la semana y con todos los efectivos posibles. Sin vacuna vuelve la pesadilla. Alguien está encantado que nuestro sufrimiento se prolongue, la maldad existe.

Lleva gobernando la socialista Francina Armengol hace 6 años, casi 70 meses. Ahí están las vías del tren llenas de malas hierbas. Dijeron en Movilidad y Transportes del Govern que no era prioritario llevar el tren de Manacor hasta Artà y mucho menos hacía Porto Cristo y Capdepera. Había otras demandas más colectivas. Ahora con la pandemia es un imposible. No hay rastro de presupuesto para 2021 y tampoco para el 2022, lo que no se puede inaugurar en cada legislatura no se hace.

Al tren se le ha pasado el arroz hasta nueva orden. Se reúnen los alcaldes y amigos del tren en grandes espacios y reclaman una promesa que está en todos los programas electorales de la izquierda. Gobierna la izquierda en Manacor, Sant Llorenç, Son Servera, Artà y Capdepera y sus alcalde reclaman esa inversión que es suya. Pero volvemos a utopía, nunca llega. Esta vez la culpa no la tienen otros, en Madrid también está la izquierda y Ábalos.

Como cada temporada turística y van dos docenas, vuelve por primavera Cala Varques. Da igual quién gobierne, que alcalde sea la primera autoridad, que socios compongan el hemiciclo local, insular o autonómico. Vuelve y con fuerza. Aquí la utopía es esencialmente real. Ahora el PP de Manacor reclama un estacionamiento armónico y evitar que la carretera sea un peligro y las inmediaciones a la Cala deje de ser un caos.

Tan sencillo como poder estacionar fuera de la carretera y controlar el aforo. Pero no. Seguimos por los siglos empecinados en ser europeos, como con la vacuna. Y eso que la justicia nos ha quitado un dolor de cabeza añadido, el famoso chiringuito. Dice un agente judicial que si este año construyen otro los meten en la cárcel. Como Santo Tomas.

Utopía como una catedral es querer vender Perlas Majórica al borde de la suspensión de pagos y mantener todos los puestos de trabajo, y que se hagan las perlas en Manacor y su factoría. Lo de la sede es más que posible, que se quede aquí, el resto habrá que luchar y muy fuerte. De entrada quienes apuestan por quedarse la marca y los puntos de venta sueñan con adelgazar la plantilla de trabajadores al mínimo. Que sea el Govern, Ayuntamiento y Gobierno quienes paguen las bajas incentivadas y pre-jubilaciones.

Ellos a lo suyo. Son educados y saben escuchar, estudiaron en las mejores universidades, pero cuando salen de las reuniones los papeles de oferta se quedan como estaban. Habrá que pensar en Majórica con menos trabajadores y si es posible que sean los máximos. Hay un margen de 30 a 40 más que pueden seguir en la empresa, si los sindicatos y Comité hacen bien las cosas.