El Tendedero: La herida sangrante en El Pi de Baleares, Mallorca, Manacor e Inca se ha convertido en una hemorragia que si nadie la tapona a tiempo solo podrá certificarse su defunción. Siento ser tan claro, pero no me gusta irme por las ramas. El Pi ha terminado siendo un pequeño partido dividido, en los regionalistas hay dos bandos y en los autonomistas parecido. Muchas cabezas para tan poco cuerpo. En Sant Llorenç se fue su cabeza visible, en Manacor la dirección regional no son de la cuerda de quienes lideran la capital del Llevant, en Inca pasa lo mismo. En otros pueblos donde hay concejales, regidoras, alcaldías, la greña se sucede y para hacer las listas será un auténtico drama. Los electores/as no votan divisiones.

Todo comenzó con Jaume Font, el entonces líder de El Pi que había sido todo en el PP; concejal, alcalde, conseller, presidente de Mallorca, diputado, senador, se fue y montó un proyecto político. Lo acompañó el nacionalista Josep Melià, el ala progresista de UM, y el entonces líder del centro derecha en Manacor Antoni Pastor, que también había sido todo en el PP de Manacor, regidor, alcalde, diputado, presidente, director general, portavoz en el Parlament. El denominado triple salto mortal comenzó su andadura y vivieron momentos dulces mientras se desangraba el PP de José Ramón Bauzá, aquel líder que hoy es eurodiputado de Ciudadanos y maniobra desde el color naranja para asumir lo poco que queda de la formación de Arrimadas.

Pastor se fue, nunca lo ha aclarado, ni hace falta. Jaume Font y Josep Melià pactaron en la última legislatura a nivel municipal con todos menos con el PP, de donde era originario Font, si hay algún pueblo donde están los populares es porque no se pudo hacer pacto o como en el caso de Felanitx porque El Pi se peleó con la izquierda y ahí está el PP para salvar las sillas y el poder. Esos pactos locales con el socialismo, nacionalismo, independentismo y comunismo, se le atragantaron a Jaume Font, mientras Melià estaba feliz, había vuelto a su época de 2007 cuando mandaron los de UM a Jame Matas a la oposición y luego a la cárcel, asunto que también salpicó a la princesa y sus fieles. El Pi municipal está aliado con la izquierda. Ahí están más cómodos que con el PP, le pasa a casi todos los regionalistas de España, vean Revilla y otros líderes.

Pero que ha pasado, está claro. Aquellos que siguieron a Jaume Font y Antoni Pastor, una parte importante eran de centro derecha, sin complementos ni apellidos, pura y dura. Un ejemplo de lo que les digo es la “pastorista” Isabel Febrer, era del PP, se fue por seguir y crecer con Pastor y cuando se quedó sin referentes se alineó siempre al ala más conservadora de El Pi. Su compañera la exalcaldesa Cati Riera está más cómoda con la izquierda nacionalista, pero ella Febrer siempre fue fiel a sus principios desde casi su infancia política, cuando el líder era Gabriel Homar y un tío suyo y parte de su familia eran un referente en el centro derecha manacorí. Riera sin embargo fue un fichaje de Pastor como gestora, pero sus orígenes políticos son más socialistas y nacionalistas que otras ideologías que ha paseado.

Me dijo un día Jaume Font cuando consiguieron el mejor resultado de su historia, 3 diputados y a punto del cuarto, 3 conselleres en el Consell y decenas de concejales, que habían sabido unir las dos almas de El Pi y que el regionalismo moderado y el autonomismo de centro progresista tenían mucho recorrido en las Baleares, que buscaban hermanos en Menorca e Ibiza y rubricar un resultado clave en la autonomía y por supuesto representatividad en Madrid por primera vez en la historia con PSOE y PP de observadores. Eran épocas de alegría y Font vivía un optimismo que era lógico y legítimo, habían contado y El Pi era alguien, sobre todo en los pueblos y ciudades. Pero la historia de su partido es esa foto que vio Font meses después, no pudo soportar parecerse tan poco a sus principios y con su marcha, al igual que Pastor, afloraron las almas ideológicas de una formación que tiene los cimientos de barro y cañas, y varias ideologías. Por Rafael Gabaldón San Miguel.