Editorial: Sigue apretando el calor, las temperaturas se han vuelto medio locas, los vientos y corrientes no hacen caso a la idiosincrasia de siglos pasados, han cambiado de rumbo, la sequía llena de polvo las capas freáticas, los embalses descubren sus malas hierbas y alguna edificación sumergida, nada se parece a lo anterior que conocimos en este último medio siglo. Se deshielan los polos y el agua en el litoral sube su nivel y se calienta a ritmo de termales. Hubo otras épocas de este planeta que se vieron comportamientos parecidos, llovía sobre mojado y el sol convertía en desiertos las mesetas. Hasta los vendavales azotaban la naturaleza sin compasión, nuestros antepasados conocieron la salinización del agua, ciclones anarquistas y jornadas antipáticas. Nada de lo que ocurre es nuevo para el longevo tiempo. Y llegó al carbón y energía muy contaminante y siempre la madre naturaleza supo perdonar a los desaprensivos que la ocupamos. Estoy de acuerdo en reciclar, cuidar el medio ambiente, evitar la contaminación, pero EEUU, China, India, Brasil, Corea, Rusia, se han empeñado en pasarse por el forro el cambio climático y son ellos los que contaminan el 85% de nuestro planeta. Quién le pone el cascabel al gato.

Dice la periodista de investigación Beatriz Jiménez que las medidas que ha llevado a cabo el Ejecutivo de Pedro Sánchez no han conseguido que los españoles no paren de perder poder adquisitivo y que nos acercamos a las penurias vividas durante la posguerra. Se ha conocido el dato de la inflación del mes de julio, que se ha situado en el 10,8%, lo que supone un alza del 0,8% en comparación con el mes anterior. Y es que, tras un periodo en el que la energía y los carburantes aupaban los datos de IPC, en los últimos meses los alimentos frescos han sido los principales protagonistas de este aumento de precios. 18,7 millones de hogares que hay en España -según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)- afecta gravemente a más de 750.000 familias en nuestro país, que ven como cada mes, al calor de los récords históricos del IPC, no pueden hacer frente a las subidas de precios de productos como el pan, las legumbres, la carne o la leche.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha denunciado que la cesta de la compra ha subido de media en el último año un 15,2% y ha estimado que estos incrementos provocarán un sobrecoste de más 830 euros al año para una familia media. Además, la subida del aceite y las harinas, ingredientes de muchos productos, ha tenido gran peso en el incremento de precios de la categoría. Dentro de los productos frescos, destaca la subida de los huevos, frutas y verduras. En las carnes se aprecia un comportamiento diferenciado entre el pollo, con un 16,1%, el vacuno, con un 17,8% y el cordero, con un 18%, y el cerdo, con un 7,3%. El conejo y el pavo se quedan en un entorno intermedio con un 12,2% y un 13,8%, respectivamente. Han comenzado las colas del hambre, trabajadores y empleadas que no llegan a fin de mes y eso que su nómina supera los 1.200 euros de media. Un drama. El Banco de alimentos, Cruz Roja, Cáritas, albergues, servicios sociales, están desbordados. Cuando la industria turística pare su maquinaria en octubre puede ser muy gordo, tanto que las calles se llenarán de ciudadanos y vecinas pidiendo poder comer.

Quienes vivimos en Baleares estamos anonadados como se hace el reparto en este país de Pepe Gotera y Otilio y los Reinos de Taifas. Resulta que en el País Vasco un trabajador/a cobra una pensión el 31% más elevada de media que nosotros ejerciendo la misma profesión. Hay comunidades autónomas que reciben el 39% más de dinero por habitante que este archipiélago. Y si se trata de educación, sanidad, servicios sociales y transportes la dotación es en ocasiones del 50% menos. Situación que no hace gracia a nadie y que han tolerado, permitido y han sido colaboradores necesarios los diputados acomplejados del PP y del PSOE, que decían ser representantes y defender Baleares. Todavía hay vecinos que no han cobrado la zona catastrófica de la torrentada de hace 25 años en Manacor y Portocolom y muchos esperan el dinero prometido de la desgracia de Sant Llorenç. No lo entiendo, voy por la calle y veo personas muy despiertas e inteligentes, sabios e incluso mentes privilegiadas. Personas que se han hecho así mismas y que han demostrado que son unos supervivientes y que no se les engaña tan fácil. Entonces porque nos toman el pelo un día si y otro también. Así les damos demasiada ventaja, eso de ser solidario suena a trampa. Por Rafael Gabaldón San Miguel.